Este joven de 24 años, Pico de la Mirandola, expresó con una retórica magnífica, el nuevo espíritu que iba creciendo en la Cristiandad. Un espíritu que se nutría de conceptos cristianos, pero reinterpretados.
La libertad, el don más preciado del hombre, es entendida ahora como independencia soberana. El hombre es libre no solamente para escoger esto o lo otro, sino también para decidir aquello que quiere ser. Y en esto se aparta del concepto cristiano de libertad. La libertad para el católico no es un fin en sí mismo, sino una facultad orientada al bien. La libertad es esa posibilidad que se ofrece al hombre de decidir de acuerdo con lo que las cosas son realmente. En la ignorancia o en el error uno elige mal y su elección no es plenamente libre.
La voluntad es plenamente libre cuando escoge sabiendo lo que escoge, cuando posee la verdad de lo que escoge. Si escogí tal vivienda ignorando sus defectos ocultos, no sabiendo que estaba hipotecada o cualquier otra cosa, mi libertad estaba menguada. Escogí, sí, pero mal. Mi voluntad está orientada por su naturaleza orientada al bien...
Desde el punto de vista católico, querer y entender perfectamente sólo lo puede Dios, de modo que podemos decir que solamente Dios es perfectamente libre, pues si algo podemos afirmar de Él es que es absolutamente sabio. Pero el hombre, aunque a imagen de Dios, está dañado tanto en su entendimiento como en su voluntad. Eso hace que su libertad sea imperfecta. Puede caer en el error y apartarse del bien.
Puesta la vista en el hombre y fascinados por su libertad hace que nos orientemos hacia el futuro como el campo de las decisiones. El pasado es percibido como algo dudoso que ya no obliga. La luz con la que el hombre debe penetrar en las oscuridades que todo futuro conlleva es su razón libre. La verdad no es algo dado, sea por revelación o tradición, sino algo que el hombre debe encontrar con el esfuerzo de su razón. Pero esa razón, como instrumento para alcanzar sus fines, está al servicio de los deseos del hombre, que son los que ponen los fines que empujan la acción. Deseos muy variables y que tienden facilitar su vida.
Se espera que esa razón pueda alcanzar la verdad que ponga de acuerdo a los hombres y facilite la concordia social y la paz entre los pueblos. Pero no ha sido así...
Pico de la Mirandola no podía alcanzar todo el futuro de la modernidad. Simplemente era un adelantado de las nuevas corrientes que movían la voluntad del hombre occidental. Pero esas semillas germinaron en la ciencia positiva, capaz de satisfacer los deseos del hombre, pero no de lograr una buena civilización. Como decía B. Russell en su libro "La perspectiva científica", el saber alcanzado por la ciencia podría volverse contra el hombre si éste no es sabio. Pero la sabiduría es algo que no puede proporcionar la ciencia.
Seguramente será porque la sabiduría acompaña a los años cuando la consideramos desde el punto individual, y por la historia y la tradición cuando la consideramos desde el punto de vista colectivo. La reflexión sobre lo vivido nos ayuda a entender mejor la verdad de las cosas y actuar con una libertad más acertada.