jueves, 17 de noviembre de 2022

EL HUMANISMO RENACENTISTA...

 

1.    Muchas de nuestras ideas y actitudes tienen provienen, en germen, de ese periodo de la historia europea conocido como Renacimiento, en cuyo interior, como uno de sus grandes motores, actuó el humanismo. Por lo menos, ahí estuvo el inicio de un subciclo histórico, dentro de un ciclo mucho mayor, más inmediatamente relacionado con nuestra realidad actual.

2.  Empecemos por la palabra. Humanismo es un término relativamente reciente. Parece ser que en su forma latinizada (como humanismus) fue introducido a principios del siglo XIX por el pedagogo alemán D.J. Niethammer para designar así la importancia de la lengua y la literatura griega y latina para la educación secundaria. Así se pensaba, hasta hace poco, de estas lenguas clásicas, y se defendía su permanencia en el currículo de los alumnos por su valor formativo.

3.   El uso de la palabra latina “humanista” empieza a ser corriente a principios del siglo XVI para nombrar a aquellos que se dedican a los studia humanitatis, estudios que comprendían la gramática, la historia, la retórica, la poesía y la filosofía moral, junto, naturalmente, del latín y el griego.

4.  Las disciplinas que componían los studia humanitatis no eran un simple curso de estudios que transmiten nociones y fórmulas ampliamente discutidas y asentadas. No. Los studia humanitatis eran instrumentos para alcanzar un ideal: el desarrollo de la libertad y la creatividad humanas, de todas esas cualidades que permiten al ser humano vivir felizmente en una sociedad de hombres. Eran estudios destinados a los que habían de ser protagonistas en el proyecto de construir un mundo moral, cultural y políticamente nuevo, presidido por el lema iuvat vivere, vivir es hermoso.

5.   Se trataba de un ideal enlazado con el ideal griego de la paideia, es decir, lograr mediante la educación dar al hombre esas cualidades que le hacen verdaderamente humano, que lo liberan de su condición natural y bárbara. Este ideal fue asumido por los romanos con el nombre de humanitas y encontró en Cicerón, Varrón o Quintiliano unos portavoces ilustres en la época de la República Romana.

6.  Tanto la paideia griega como la humanitas romana expresan una operación cultural, la construcción del hombre civil que articula la sociedad humana. Es en ese ideal que se forman la clase intelectual y política, los miembros activos de esa sociedad clásica del siglo I a. C.

7.  Desde un punto de vista cronológico, el humanismo renacentista europeo va desde la segunda mitad del siglo XIV hasta finales del siglo XVI. Como todas las fronteras cronológicas, sus contornos son imprecisos y relativos al lugar que se considere. No es igual en Italia que en España, donde algunos autores consideran que la Edad Media perdura casi hasta el siglo XVIII, lo cual no es verdad, pero ayuda a comprender lo mucho que hay de convencional a la hora de datar el periodo del humanismo.

8.  ¿Cuál era la imagen que de su tiempo tenían los humanistas y qué significado le atribuían? Ellos perciben su tiempo como un tiempo especial: un tiempo en que la humanidad despierta del largo sueño del medioevo. El orden establecido a partir de la imagen de Dios extraída de la Escritura y su interpretación por la Iglesia ya no satisface, no responde a la realidad. Y en eso consiste el despertar: es un renacer a la vida, a la realidad.

9.  Hay épocas en que el pasado es recibido como una riqueza, algo digno de ser conservado y transmitido a la generación siguiente. Pero en otras, lo recibido es como un peso muerto, inservible para hacer frente a los retos del presente; algo que coarta la propia libertad. Son tiempos de ruptura.

10.               En esas épocas de ruptura ya no se trata de desarrollar y completar las realizaciones de la época precedente, sino de construir algo “nuevo”, lo que solamente es posible con la muerte y desaparición de lo anterior. Pero para volver a nacer de nuevo es preciso volver a los orígenes, pues es allí donde se encuentra la fuerza, el ímpetu necesario para ese nuevo nacimiento.

11. Atribuir a la Edad Media una visión del mundo como lugar de culpa y sufrimiento, un lugar en el que el hombre ha sido arrojado por el pecado de Adán y del que sólo es deseable huir; que el hombre en sí no es nada y nada puede hacer por sí solo, que sus deseos son locura y soberbia, pues todo acaba con la muerte, etc., etc., atribuirle todo eso, digo, es más una visión del Renacimiento sobre el medioevo que una visión medieval. Y pudiera ser que ni eso, sino una interpretación histórica de lo que fue esa época de transición a la modernidad. Como toda visión de rechazo tiene apoyaturas en la realidad, pero también adolece de la incomprensión propia del que se coloca “fuera de la época”.

12.               Pero ¿de dónde renacer? ¿De dónde me vendrá la fuerza de los orígenes? ¿Dónde inspirarse para encontrar los modelos a recrear? Para los hombres de los siglos XV y XVI europeos son los autores greco-romanos. Es en ellos donde se recoge la experiencia de una civilización con las potencialidades originarias de la humanidad.

13.               Inevitablemente, esos orígenes y esa civilización son idealizados, abstrayendo de ellos la esclavitud, la crueldad, las guerras…, todo aquello que planea como la sombra de una cultura. De ser perfectos, ¿habrían desaparecido? El mundo medieval aparece como el mundo que destruyó, olvidó u ocultó aquel mundo idealizado.

14.              El conocimiento del latín y el griego clásicos permite la lectura de unas obras que hablan de los hombres y las cosas de este mundo, de sus afanes, dificultades, gestas, aspiraciones y amores. Frente a los escritos de carácter teológico y relacionados con la transcendencia (las divinae litterae), están los escritos de aquellos, generalmente seglares, que recogen ideas y temas del hombre y su mundo, las humanae litterae.

15.               Para el humanista el texto de la cultura greco-latina es mirado ahora con amor, se intenta reconstruir, conservar en su forma original, liberarlo de los errores e interpolaciones de los copistas… Se trata de captarlo con perspectiva histórica, como se hace en la pintura, donde se introduce la perspectiva en la representación de las escenas. Eso permite ver el fondo de donde emergen las figuras.

16.               Pero aquel que vuelve a los orígenes y lee atentamente los códices antiguos ya no es un griego ni un romano. Es alguien nacido y educado en el cristianismo. De ahí que su actitud sea nueva, distinta de la de los clásicos que imita. Y eso da como consecuencia una nueva orientación a la vida moral, religiosa, política, artística…

17.               El acercamiento histórico al humanismo es necesario. Pero corresponde a la filosofía tratar de ver la concepción del ser envuelta en el fenómeno histórico. Lo intentaré en otro momento.

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