lunes, 5 de diciembre de 2022

EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY

 


EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY

 

Me apetece hacer un alto en el camino que conduce a entender la modernidad, arrancando desde la estación del Renacimiento. Se trata de una parada para contemplar el triste espectáculo que en lo tocante a las leyes dan nuestros políticos. Me refiero a los españoles, claro. No me da mucho trabajo, pues lo que hago es rescatar una entrada que ya hice en el 2011. Unas reflexiones sencillas, pero que entendí pertinente recordar en una sociedad en la que empieza a ser transgresor decir que la hierba es verde.

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1. Vivir de acuerdo con las leyes: he ahí la más alta ley no escrita que Sócrates nos recuerda en su diálogo Critón. A pesar de que la sentencia que le condena a muerte es injusta, a pesar de la insistencia de Critón para facilitarle la huida, a pesar de la consideración a sus amigos, Sócrates considera indecoroso no asumir la decisión de los jueces.

2. Son las leyes como el esqueleto que sustenta el músculo de una sociedad, las que hacen el Estado. Y entre esos huesos, destaca la Constitución como la columna vertebral que permite sostener a ese Estado derecho.

3. Pero ese esqueleto requiere un suelo sobre el que apoyarse y sostenerse. Ese suelo lo forman esas leyes no escritas, consuetudinarias, nacidas de la conciencia de lo que está bien y de lo que está mal.

4. Desde la Revolución Francesa se arrastra la idea de que para transformar a la sociedad los dos instrumentos básicos son las leyes y la educación. De ahí que los ideólogos que pretenden modelar a la sociedad a su gusto se apliquen diligentemente a manipular las unas y la otra según sus deseos y fines.

5. Critón, para convencer a Sócrates de que acepte la huida que le propone, argumenta con razones que muchos encontrarían muy razonables. Pero lo que sale de sus labios son razones personales, subjetivas, demasiado débiles para justificar el quebranto que supone no acatar la ley.

6. Cuando los políticos toman posesión de sus cargos, juran o prometen cumplir y hacer cumplir las leyes que han hecho posible que ocupen esos cargos. Son esas leyes las que, por decirlo así, los engendran, son como sus padres, hasta el punto de que cuando las desobedecen o incumplen, nos ofrecen el triste espectáculo del hijo que desprecia y agrede a su progenitor.

7. El espectáculo de ver cargos públicos discutiendo sentencias, incumpliendo las leyes, hasta las más fundamentales, influyendo en los nombramientos judiciales, imponiendo obligaciones a los ciudadanos que no cuentan para los que las dictan, ese espectáculo, digo, es la ruina de la sociedad. Y eso ocurre en España.

8. Esos cargos que han huido de la ley, sea a Tebas o Megara, como proponían a Sócrates, en tanto que violadores de la ley, ¿de qué podrán hablar? ¿No estará justificado que las personas honestas y sensatas los miren con desconfianza y como desvergonzados? ¿Y no les obligará eso a tener que vivir adulando a los poco escrupulosos para que no se enojen, como deja ver Sócrates?

9. ¿Qué autoridad pueden ostentar esos cargos y responsables políticos que son los primeros en discutir e incumplir leyes? ¿No transforman las leyes, que son imperativos, en meras opiniones que solamente a los débiles se les impone? ¿No enseñan con su conducta que es la fuerza la que decide los conflictos?

10. No son las leyes las que cometen las injusticias, sino los hombres. Pero como no está bien responder a la injusticia con otra injusticia, ni devolver mal con mal, se impone el largo camino de tratar de roturar y regenerar el campo de las leyes no escritas, que es de la voluntad del bien, no solamente vivir o sobrevivir, sino vivir bien.